Fiebre y besos

Con el calor y los cambios de tiempo llega tu primera fiebre con nosotros. Y te lloran los ojos. Y te vemos agotado; tanto que apenas puedes comer.
Y te hacemos un batido con sandía que te refresque el cuerpo, que te endulce el paladar. Y tragas despacito.

Y cuando Thai vuelve del colegio te coge en brazos y te arropa. Te pone el termómetro y te canta para que tomes el jarabe casi sin darte cuenta. Y te apoyas en su hombro y se sienta en el sofá contigo en brazos, sin apenas moverse para que te sientas en calma.
Y leo la preocupación en sus ojos, y la adivino en sus preguntas; y nos la muestra en sus mimos hacia ti.

Esta semana además, aprendiste a darnos besos.

Respiro

Día a día vamos rodando y nos vamos adaptando unos a otros. Los ritmos ya van tomando forma y nos parece que la vida hace tiempo que fue así.

Y respiro...

Respiro porque Elliot ya es uno de los nuestros.
Respiro porque Thai se ha relajado y siente que puede estar tranquilo. A ratos juega con él, a ratos le cuida; se fija mucho en cómo aprende y le empieza a gustar que por las mañanas se acerque a a su cama con nosotros para darle los buenos días; le gusta su sonrisa cuando Thai abre los ojos y le dice alguna cosilla...

Vamos rodando... y respiro.

Primeros logros

Los ojos de Elliot brillan de forma que deslumbra a quien lo ve. Ha conectado con nosotros y está conectado con el mundo.

La calma de Thai ha vuelto y reclama la atención en voz baja y tranquila.

Ambos juegan, se miran, sonríen y se hacen cosquillas; se buscan, comparten, se abrazan...

No bajamos la guardia, no descuidamos a uno ni a otro; pero las cosas empiezan a rodar con más fluidez.
Disfrutamos.

Una semana

Los días se nos escapan conociéndonos, y ahora, a la semana, podemos hacer un pequeño balance de nuestro recorrido juntos: los horarios se han ajustado, comes mejor, duermes mejor, sonríes más, juegas y la complicidad crece conforme aumenta tu confianza en nosotros.

Conociste a tu nueva pediatra y ella ya te conocía, de uno de tus pasos por el hospital. Estableció un punto de partida y nos propusimos conseguir que en un mes llenaras algo tus mofletes y te almohadillaras el culete. Y creo que vamos por buen camino.

Thai te mira, te juega, te riñe, te ignora... se mueve entre sentimientos contradictorios y se enfrenta a ellos enfadándose con el mundo. Nos necesita mucho y reclama espacio y tiempo para él; y se lo damos, y se calma... y la noche le ayuda porque hay un tiempo en el que él está despierto con nosotros mientras tú duermes, y sabe que su sitio sigue ahí, intacto, como el primer día.

Llegada

La experiencia hace que dés menos explicaciones; primero por no ser necesarias, después porque a la gente ya se le pasó el susto de verte con un pequeño que no es tuyo.
Y así ha sido esta vez. Que has llegado y han venido a verte, a achucharte y a disfrutar de las sonrisas que regalas a los que se acercan a ti; han venido sin hacer preguntas incómodas, sin dejar caer teorías tan burdas como absurdas... sólo a verte y a dejarse ver.
Y nosotros nos vamos conociendo y acoplamos tus ritmos a nuestros quehaceres.
Y tus ojos nos endulzan la vida; y vibramos con la confianza con que aceptas nuestros abrazos.

Además, has hecho el intento de empezar a caminar.