De entre las familias acogedoras que vamos conociendo, hay algunas a las que miramos más por lo que hacen, por su peculiaridad; y es que su disponibilidad llega al punto de que abren la puerta a un niño al día siguiente, o unas horas después, de que el último se haya marchado.
Reciben generalmente bebés de pocos días, de pocas horas, que salen del hospital a sus brazos, a sus regazos, a su amor. A algunos apenas los han abrazado hasta que llegan; otros ya han sentido el rechazo, la indiferencia; otros han tenido menos suerte incluso.
Hemos conocido bebés diminutos, que llegaron a este mundo antes de lo previsto y que poco a poco llenan sus mofletes de amor, de sonrisas, te miran, te cogen y te demuestran que el amor hace que se cojan a la vida con fuerza para vivir intensamente esta segunda oportunidad.
Reciben generalmente bebés de pocos días, de pocas horas, que salen del hospital a sus brazos, a sus regazos, a su amor. A algunos apenas los han abrazado hasta que llegan; otros ya han sentido el rechazo, la indiferencia; otros han tenido menos suerte incluso.
Hemos conocido bebés diminutos, que llegaron a este mundo antes de lo previsto y que poco a poco llenan sus mofletes de amor, de sonrisas, te miran, te cogen y te demuestran que el amor hace que se cojan a la vida con fuerza para vivir intensamente esta segunda oportunidad.
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