Esta semana estamos en Mojácar, en un hotel frente a la playa. Entre las opciones que barajamos fue ésta la elegida porque tener la cama y la comida hechas nos permitía dedicarnos únicamente a cuidar y disfrutar de y con los dos niños.
Como era de esperar, ha habido de todo: paz, tumbona y ratitos de lectura; gritos y peleas por una pelota, disfrutar de que cada uno elija su comida en el buffet, llantos y nervios de llamada de atención; amigos de hotel y piscina; dolores de barriga; móviles apagados; mensajes familiares extraños de última hora; chapuzones y aquagym; futbolín y billar; la semifinal del mundial de fútbol en la tele...
Al final el balance es positivo, no ha estado nada mal para ser el primer viaje juntos.